Durante décadas, y muy especialmente durante los cuarenta años en los que la fábrica de Lourizán perteneció al antiguo Instituto Nacional de Industria, Pontevedra y su comarca soportaron el impacto oloroso de la factoría. Era otra la conciencia ambiental, de la ciudadanía y también de los gestores, pero que hoy en día resulta inadmisible.
Ence se esforzó en los últimos años para conseguir el Objetivo Olor Cero. Los actuales propietarios y gestores de la empresa trabajan desde 2007 para que las fábricas de la compañía sean ejemplo de bioeconomía y de comportamiento ambiental. Aún queda camino por andar. Lo sabemos.
Por eso no nos tranquiliza afirmar que, frente a los más de 4.000 minutos al mes que generamos molestias por olores en 2010, durante el último mes de agosto se registraron 29 minutos de impacto oloroso. Fue el resultado del Plan de Eliminación de Olores iniciado en 2010. Pero no es suficiente.
Queremos conseguir el Cero. Es el compromiso de Ence y todos sus trabajadores y trabajadoras. Y máxime cómo vecinos de una ciudad que atesora, de acuerdo a datos de ONGs ambientalistas, la mejor calidad del aire de las ciudades de la fachada Atlántica de Galicia, desde Vigo hasta Ferrol. Y en la que en 2014 volvió a suceder, a diferencia de lo ocurrido en las demás ciudades, que durante los 365 días del año se respiró un aire que mejora los parámetros recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
No pararemos hasta conseguir el Olor Cero. A cuyo objeto queremos invertir 8 millones de euros adicionales en tecnología y adaptaciones de nuestro proceso industrial dirigidas a olvidar para siempre jamás aquello que nunca debió suceder.
Este paquete inversor también contempla recursos para continuar reduciendo la visibilidad de las emisiones de vapor de agua de la fábrica. Porque Ence emplea agua en su proceso industrial y una parte importante de esa agua aún hoy es devuelta a la atmósfera como vapor. Además, la fábrica produce vapor adicional para generar energía térmica. Y buena parte de ese vapor, vapor de agua, es liberado también a la atmósfera. Nosotros somos los primeros que no queremos ver nuestra fábrica como se veía durante décadas: bajo una enorme nube de vapor.
Estamos desarrollando un proyecto basado en la condensación y en el intercambio de temperatura del vapor para continuar reduciendo la visibilidad de las emisiones y aprovechar esa fuente de energía térmica que hoy no está siendo utilizada. Nuestros primeros estudios nos indican que tendremos un excedente de energía térmica que podría ser empleado, a partir de la colaboración con las administraciones públicas, en usos sociales. Como sucede, por cierto, desde hace más de 10 años con la Piscina de Puente Muíños. Ence le cede la energía térmica con la que calienta el agua, que permanece a 28 grados de temperatura durante todo el año sin que los usuarios tengan que asumir el coste energético de calentar el agua.
Es un buen ejemplo de colaboración. ¿Por qué no caminar hacia el siguiente?, ¿por qué no continuar buscando ideas para lo bien de todos? Ence seguirá haciéndolo. El pasado no es buen sitio al que permanecer anclado.